lunes 21 de noviembre de 2011
Cómo hacer justicia educativa
(Nota escrita por Axel Rivas, publicada por el Diario Río Negro el día 18/11/2011).
Las desigualdades sociales atormentan y condicionan las escuelas. Son los países con más equitativa distribución de la riqueza los que logran mayor justicia educativa. Entre otras cuestiones, es necesario tener sistemas impositivos más progresivos que cobren más impuestos a los más ricos. Así, la educación tendría más recursos en contextos menos desiguales y más fuerzas para generar justicia social.
Pero esta primera dimensión estructural no debe hacernos creer que las escuelas son la contracara de una sociedad injusta. En muchas dimensiones el sistema educativo frena y revierte procesos de desigualdad, pero en muchas otras los reproduce o los amplía. Por eso es fundamental revisar nuestras prácticas de enseñanza como docentes para contribuir a cambiar la educación.
Aquí van sugerencias concretas.
• En primer lugar, es clave mirar clases y dejar mirar las propias clases. Sí, es necesario abrir las puertas de las aulas, invitar a otros docentes, invitar a directivos, a supervisores; filmar las clases y analizarlas en cursos de capacitación. Tenemos que ver qué funciona, qué manera de organizar los grupos, de usar tecnologías, textos, qué ejercicios. Tenemos que repensar a fondo la pedagogía haciéndola visible.
• En segundo lugar, es necesario fortalecer el currículo común. Tenemos que usar los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios, tener claro qué es lo fundamental que todo alumno debe aprender. Esos fundamentos no son casuales, fueron diseñados porque son bases inevitables para la construcción de otros saberes. Expertos de cada disciplina nos brindan saberes profundos que debemos garantizar. Estos conocimientos no son otra cosa que derechos que cada alumno tiene para poder moverse en este mundo y ampliar su potencial.
• En tercer lugar, tenemos que personalizar la enseñanza. Ya no podemos imaginar que los alumnos escucharán clases expositivas o seguirán ejercicios comunes al mismo ritmo. Hay que planificar actividades pensando en cada alumno, no sólo en el grupo en general. Hay que saber cómo motivarlos, cómo lograr que cada uno pueda expresarse, variar las actividades, los agrupamientos, los enfoques. Ningún alumno debe quedarse atrás por la norma general del grupo: el deber de cada docente es con cada alumno.
• En cuarto lugar, debemos priorizar el primer grado. Ningún chico debería repetir, pero todos deben tener los conocimientos para pasar de grado. Es necesario apoyar el primer grado, porque ahí comienza la exclusión pedagógica. Tienen que ir los mejores docentes, los más preparados, los más comprometidos, y el primer grado debe ser una lección de inclusión para todo el sistema educativo.
• Una quinta pata, fundamental, es perfilar a cada escuela como fuente de justicia. Los directivos son claves; debemos formar y seleccionar a los mejores para que estén ellos convencidos de que todos los alumnos son educables y quieran recibirlos en sus escuelas. La mejor forma de no discriminar en la inscripción es que cada directivo esté aguardando el desafío de educar a los más débiles, a los excluidos, a los que no tienen ninguna otra oportunidad que la escuela.
Sí, todo esto toma tiempo. Lo sabemos muy bien. Los docentes hacen grandes sacrificios preparando sus clases y enfrentando el día a día. Pero no puede haber ninguna excusa que se compare con la oportunidad de cambiar la vida a sus alumnos.
En el camino, la extensión de la jornada escolar es una oportunidad para hacer más posible recorrer estos senderos. Bien diseñada, como ocurre en Río Negro, la jornada extendida es una oportunidad única para cambiar la educación desde adentro y mostrarle a la sociedad el hambre de justicia que sale de la escuela.
augusto
domingo 27 de noviembre de 2011
CONSIDERO INTERESANTE CUANDO SE HABLA SOBRE LOS DIRECTIVOS Y SUS COMPETENCIAS ,ELLOS SON O DEBERÍAN SER LOS VERDADEROS LIDERES INSTITUCIONALES.