jueves 21 de junio de 2012

Políticas para la resiliencia educativa

Uno de los más recientes estudios de la OCDE es realmente innovador. El documento "Contra las bajas oportunidades. Alumnos desaventajados que tienen éxito en la escuela" analiza qué nos dicen las pruebas PISA sobre los factores presentes en los alumnos, escuelas y sistemas educativos que escapan a sus desventajas sociales y alcanzan resultados educativos de alta calidad en ciencias naturales

La medida de resiliencia educativa que toma PISA indica el porcentaje de alumnos del tercio de más bajo nivel socioeconómico con resultados educativos dentro del tercio de alumnos de mayor rendimiento educativo del país. Lo interesante es que esta medida permite comparar a todos los países, ya que se trata del porcentaje de alumnos resilientes dentro de cada país (no mide cuántos alcanzan altos logros en PISA a nivel global, sino dentro de su país). 

En este indicador, la Argentina es uno de los países con más bajo porcentaje de alumnos resilientes. Dentro del tercio de los alumnos de menor nivel socioeconómico, en la Argentina apenas el 13% logra resultados de aprendizajes en ciencias naturales dentro del tercio de mayores logros. En Colombia este porcentaje asciende a 19%, en Brasil al 20%, en Uruguay y México al 23% y en Chile al 25%. Es decir que en la Argentina solo uno de cada diez alumnos pobres tiene resultados educativos altos dentro de la media del propio país.

El análisis destaca especialmente a Finlandia (con un 67% de resiliencia, el más alto de los participantes), Corea del Sur, Japón, Canadá, Australia, Canadá, Portugal y Nueva Zelanda, dado que son los países (en ese orden) con mayor proporción de alumnos de bajo nivel socioeconómico que tiene altos resultados educativos. Estos países tienen sistemas educativos que fortalecen la resiliencia educativa a gran escala.  En estos sistemas educativos, los alumnos con mayor vulnerabilidad tienen más horas de clase. En países como Francia, Alemania y Holanda, los alumnos resilientes tienen una hora y 45 minutos más de clases por semana en ciencias que sus pares que tienen bajos resultados.

En cambio, dimensiones como la participación en actividades relativas a las ciencias, cambios en la gestión de las escuelas, competencia entre escuelas, políticas cerradas de admisión de los alumnos o la calidad de los recursos de las escuelas, no aparecen como variables explicativas de los alumnos de bajo nivel socioeconómico que logran altos resultados de aprendizaje en ciencias. Esto no implica que esas variables no sean valiosas, sino que no expresan sus resultados en la metodología utilizada.

Los enfoques pedagógicos también son centrales para potenciar la resiliencia educativa. La generación de motivación y de mayor autoestima son factores clave que aparecen como relevantes en las aulas donde estudian los alumnos resilientes. 

La educación no es la solución a los problemas de distribución de la riqueza. Pero estudios como este demuestran que la pobreza no es un destino de bajos aprendizajes. Tanto las políticas como los docentes pueden tomar nuevas lecciones en el largo camino para cerrar las brechas sociales y educativas

 

Cantidad de Comentarios 2
Comentarios

sandra

martes 26 de junio de 2012
Hay que cambiar la cabeza de nosotros, los docentes, hay que desterrar el deprimente pensamiento pobreza=bajo rendimiento.
Estoy totalmente de acuerdo con el informe , siempre he trabajado en escuelas con alto riesgo educativo y sin embargo muchos niños y niñas aprenden , participan en proyectos importantes , y nada deja pensar que no pueden porque son pobres.

Margarita

lunes 2 de julio de 2012
Coincido con lo que expresa Sandra. Agrego algo que considero muy importante: Para estimular la resiliencia de nuestros/as niños/as y jóvenes, lo primero que hay que hacer es creer que ellos pueden, porque ¡realmente pueden! aprender más y mejor, y además darles muestra de nuestra fé.

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