sábado 2 de octubre de 2010

La política educativa cuando ya no hay ninguna esperanza

¿Cuál es la política educativa más extrema que uno pueda imaginar sin llegar a la violencia física? ¿Qué puede hacer un país, un Estado, una provincia cuando ha perdido todas las esperanzas en las posibilidades de la educación y, a la vez, ya no tiene ningún límite ético en el horizonte? La respuesta es sobornar a los alumnos. Pagarles dinero a los que aprenden o aprueban exámenes. Pasar a los más brutales incentivos del capitalismo: pagarles 2 dólares por cada libro que leen o 50 por cada prueba que pasan.

Exactamente esta política educativa se está experimentando en Estados Unidos, a partir de la iniciativa de un economista, Roland Fryer Jr., que juntó 6 millones de dólares de entidades privadas para pagar a 18.000 alumnos de cuatro Estados, incentivándolos a aprender por dinero. Este trabajo fue desarrollado por la Universidad de Harvard, una de las más prestigiosas del país. Su resultado, altamente “positivo” en aquellos alumnos que recibieron dinero para leer y aprender, es la tapa de la edición reciente de la Revista Time de ese país.
 

Es recomendable leer la nota completa (está en inglés), para comprender no la solución de la política educativa sino su fin. Cuando un país comienza a pensar que la única forma de mejorar la calidad educativa es pagando a los estudiantes quizás pueda decirse que ya no hay debate de ideas posible. ¿Por dónde comenzar a analizar una propuesta que no tiene ninguna base ética o pedagógica sobre la cual sostenerse?

Etiquetas: EEUU  Pago por resultados 

 

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