Históricamente la escuela pública fue un espacio clave para la cohesión social. Era uno de los pocos espacios donde personas de distintos sectores sociales convivían cotidianamente y accedían a un servicio semejante. Desde hace ya algunas décadas este rol integrador de la educación pública se ha ido debilitando, a raíz de la creciente migración de las clases medias hacia la escuela privada.

El resultado de este éxodo es la segregación educativa, por la cual los niños de distintos sectores sociales asisten a distintas escuelas, que brindan condiciones de aprendizaje, experiencias de socialización y saberes asimétricamente diferentes. La segregación tiene también un efecto negativo sobre la calidad educativa: los estudios comparados muestran que cuanto más segregado se encuentra un sistema educativo, más bajo es su rendimiento global.

Aunque varios estudios cualitativos vienen alertando sobre la problemática desde la década del 80, aún no teníamos en la Argentina estudios que pudieran dimensionarla. Dos trabajos recientes del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) avanzan significativamente en la medición de la segregación educativa.

Por un lado, el estudio de Gasparini de 2011 examina la evolución de la segregación educativa desde la década del 80 hasta la actualidad en base a las encuestas de hogares realizadas en el país. El trabajo muestra que la división social entre la educación pública y la privada se ha profundizado inexorablemente desde la década del 80, con una intensidad aún mayor durante la década del dos mil.

Por otro lado, el estudio de Vazquez de 2012 compara el nivel y la evolución reciente de la segregación educativa de la Argentina con la de otros países sobre la base de datos de las evaluaciones del Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA) de 2000 y 2009. El trabajo muestra que la Argentina se encontraba en 2009, junto con el resto de los países latinoamericanos, entre los países con mayores niveles de segregación del mundo, y que superaba levemente a Uruguay, Colombia y Brasil. Sin embargo, la comparación de los datos de la evaluación de 2000 y 2009 indica que la segregación habría disminuido durante la última década.

Más allá de la pregunta abierta sobre los cambios más recientes, ambos estudios señalan la gravedad del problema tanto desde la perspectiva histórica como desde la perspectiva comparada y expresan la necesidad de continuar precisando el conocimiento de la segregación educativa para concebir las políticas necesarias para abordarla.